viernes, 19 de abril de 2024

La OTAN: los 75 años de una alianza para la guerra


Fabrizio Poggi (El Anti-diplomática) 

abril 5/2024


Hace 75 años, el 4 de abril de 1949, se firmó en Washington el llamado Tratado de la Organización del Atlántico Norte: la OTAN. Su nacimiento había estado precedido, menos de un año después del fin de la guerra, por repetidas declaraciones bélicas de Winston Churchill y Harry Truman hacia la Unión Soviética.

Entre finales de los años 40 y la primera mitad de los 50, Estados Unidos y Gran Bretaña habían desarrollado varios planes para la destrucción (incluso con armas atómicas) de la URSS y su desmembramiento en 20-25 estados títeres. Todo esto había precedido al 4 de abril de 1949; hoy, de 12 miembros hace 75 años, «gracias» a la destrucción de la URSS, la OTAN tiene 32.

Las palabras del primer secretario de esa coalición de guerra, nacida con el objetivo preciso de luchar contra la Unión Soviética, han quedado en los anales del imperialismo euroatlántico: el general británico Lord Lionel Ismay había dicho que la OTAN tenía que servir para «mantener a estadounidenses dentro, sacar los rusos de Europa y poner a los alemanes abajo”. Y es por eso que, aún hoy, se hace todo lo posible en Washington para que esa colonia no se aleje demasiado de sus padrinos yanquis e incluso dé vida a su propio ejército.

Esta es la opinión, por ejemplo, del experto militar ruso Viktor Litovkin, Washington nunca permitirá la creación de un ejército europeo. Por esto en los últimos días el presidente de empresa de armamento “Rheinmetall”, Armin Papperger, declaró a la prensa: “Estados Unidos no acudirá en ayuda de Europa en caso de una amenaza militar. Aunque en su momento Emmanuel Macron habló de la «muerte cerebral de la OTAN, también es cierto que Estados Unidos pretende descargar una gran parte de sus gastos militares en los países europeos, «invitándolos» a aumentar cada vez más sus presupuestos de guerra”

Sin embargo, esto no significa que los yanquis puedan renunciar a la idea básica de la OTAN: la de mantener a Europa bajo su control. Cada país, al unirse a la alianza, firma un acuerdo con Bruselas, pero en realidad con Washington, y transfiere buena parte de su soberanía a la sede de la OTAN, en cuya cúspide siempre hay un general estadounidense.

Por otro lado, los signos de desacuerdo entre los propios miembros europeos de la OTAN son cada vez más evidentes, especialmente en lo que respecta a las relaciones con Moscú, y sus respectivos intereses nacionales.

Más importante aún, según Ermakov, es que la probable consecución de los objetivos fijados por Moscú en Ucrania podría conducir a algo así como una «nueva conferencia de Yalta: una nueva arquitectura de seguridad global».

Y no es seguro que, en un contexto de este tipo, la OTAN pueda sobrevivir. “Creo, dice Ermakov, que la época de las alianzas estructuradas está llegando a su fin. No tienen la flexibilidad necesaria para responder a los desafíos de los tiempos. Por eso los estadounidenses prefieren las alianzas pequeñas».

Mirando la historia de la OTAN, hay que recordar que Joseph Stalin propuso la participación soviética en la creación de la Alianza en Londres y cuando fue rechazada, comprendió el verdadero significado de su creación: «una mina colocada bajo la ONU», dijo Stalin. que todavía no había visto cómo se ha utilizado a la ONU como «justificante» para las aventuras bélicas de Estados Unidos y la OTAN.

Mientras la URSS siguió viva, escribe la “Vita Internazionale”, al menos hasta 1991 el bloque militar no participó en las aventuras militares yanquis. “Después del colapso de la URSS y del Pacto de Varsovia, la OTAN quizo a demostrar su fuerza con total impunidad en varias partes del mundo: Irak, Bosnia y Herzegovina, Yugoslavia, Macedonia, Afganistán, Sudán, Libia, Siria, Yemen”.

Desde 1949, la OTAN experimento siete «ampliaciones»: en 1952, 1955 y 1982, en las que participaron países de Europa occidental. Pero las «ampliaciones» más significativas ocurrieron después de 1991, con la incorporación de los países de Europa del Este, del antiguo Pacto de Varsovia y las antiguas Repúblicas Soviéticas Bálticas, que tienen una manía revanchista y tradiciones pronazis.

Por último, Suecia y Finlandia ingresaron en la OTAN, llenando así ese «vacío en el bloque» – como lo definió el historiador Aleksej Cichkin hace quince años – que la URSS había logrado preservar durante mucho tiempo. De hecho la propuesta soviética a los países escandinavos de la denominada Zona de Neutralidad del Norte de Europa, hizo que las fronteras noroccidentales de la URSS fueran relativamente seguras.

Georgia y Ucrania «aspiran» a ser miembros: como sabemos, en lo que respecta a la segunda, la cuestión está al menos «abierta».

Hoy en día la OTAN absorbe el 70% de los recursos militares del mundo y cada país miembro debe respetar las normas militares de la organización, impuestas por los estadounidenses ya en 1949: por ejemplo, utilizar calibre único para municiones y proyectiles y en equipamiento homogéneo; esto sin lugar a dudas representan una verdadera bendición para la complejo militar-industrial estadounidense..

En octubre de 2021, la OTAN lanzó un “plan integral de defensa” en caso de un conflicto militar a gran escala con Rusia, con posibilidad de operaciones militares desde el Báltico hasta el Mar Negro, y en enero de 2022 rechazó la propuesta rusa de un acuerdo sobre garantías de seguridad, que excluiría una mayor expansión de la OTAN hacia el este.

Hoy ante los cada vez más frecuentes tambores de guerra angloamericanos, habrá recordar que ya en los años 1947, 1948 y los primeros meses de 1949, el gobierno soviético había hecho reiterados llamamientos para que se formularan declaraciones conjuntas con el gobierno estadounidense sobre la la renuncia al uso de la guerra, con iniciativas comunes encaminadas a un desarme gradual.

En el encuentro directo entre Stalin y Truman todo quedó sin respuesta, al igual que la propuesta hecha por Stalin menos de un mes después de su muerte, el 17 de febrero de 1952, de Pacto de Paz -EE.UU.-OTAN con la Unión Soviética.

Para recordar todo esto, reproducimos la respuesta oficial dada por Iosif Stalin a la llamada «Carta Abierta» del Ministro de Asuntos Exteriores británico, del Partido Laborista, Herbert Morrison, que fue publicada en 1951 en la prensa soviética y en la que justificaba la creación de la OTAN y criticaba a la URSS. Aquí está la respuesta de Stalin a esa carta.

En su declaración, el señor Morrison plantea dos conjuntos de cuestiones: política interior y exterior:

El Ministro Morrison sostiene que el Partido Laborista está a favor de la preservación de la paz, que no amenaza a la Unión Soviética de ninguna manera, que el Pacto del Atlántico Norte es un pacto defensivo y no agresivo, que si Inglaterra está en una carrera armamentista, es sólo porque se vio obligada a hacerlo, ya que después de la Segunda Guerra Mundial la Unión Soviética no desmovilizó suficientemente su ejército.

En todas estas declaraciones del Sr. Morrison no hay ni una pizca de verdad.

Si el gobierno laborista está realmente a favor de la preservación de la paz, entonces ¿por qué rechaza el Pacto de Paz entre las cinco potencias?, ¿por qué se pronuncia contra la reducción de los armamentos y, contra la prohibición de las armas atómicas? ¿Por qué persigue a quienes defienden la causa de la paz? ¿Por qué no prohíbe la propaganda de guerra en Inglaterra?

El Señor Morrison quiere que le tomen la palabra como verdadera. Pero los soviéticos no pueden confiar en su la palabra; Exigen acciones, no declaraciones. (…)

El Señor Morrison sostiene que el Pacto del Atlántico Norte es un pacto defensivo, que no persigue objetivos agresivos y que, por el contrario, está dirigido contra la agresión. Si esto es cierto, ¿por qué entonces los arquitectos de este pacto no propusieron que la Unión Soviética participara en él? ¿Por qué impidieron la participación de la Unión Soviética? ¿Por qué lo concluyeron el Pacto a espaldas de la URSS y en secreto? (…)

Si el Pacto del Atlántico Norte es un pacto defensivo, ¿por qué los británicos y los estadounidenses no estuvieron de acuerdo con la propuesta del gobierno soviético de discutir la naturaleza de este pacto en el Consejo de Ministros de Relaciones Exteriores?

Se sabe que el gobierno soviético había propuesto discutir todos los pactos que había concertado con otros países en el Consejo de Ministros de Asuntos Exteriores.

¿Por qué los británicos y los estadounidenses tienen miedo de decir la verdad sobre este pacto y se han negado a discutir el Pacto del Atlántico Norte? ¿No será porque el Pacto del Atlántico Norte contiene cláusulas sobre agresión contra la URSS y los redactores del pacto se ven obligados a ocultarlo a la opinión pública?

¿No es porque el gobierno laborista permitió que Inglaterra se convirtiera en una base aérea militar de los Estados Unidos de América para el ataque a la Unión Soviética?

Por eso los soviéticos caracterizan el Pacto del Atlántico Norte como un pacto agresivo, dirigido contra la URSS. (…) Por eso los ciudadanos soviéticos juzgan a los actuales políticos angloamericanos como instigadores de una nueva guerra mundial» (Stalin; Pravda, 1 de agosto de 1951).

México. La descalificación máxima es ahora la simpatía por el gobierno Putin



Dolia Estévez aspira a restablecer la lucha contra el “comunismo”

Ahora ya sabemos, gracias a la última edición de la revista “Proceso” que a la nación mexicana las fuerzas armadas no hacen más que mentir en una etapa en que la nación ya se ha dado cuenta de que la mentira rige asimismo la oratoria de las fuerzas políticas en la lucha electoral.

Y como toda verdad es sospechosa, hay que agradecer a “Proceso” que no permite en sus materiales publicados el menor asomo de la mentira si no es para hablar de ella.

“La operación silencio de la Sedena” es el título que lleva la edición de abril de la revista que comentamos, en la que se demuestra que fueron militares quienes asesinaron a los cuarenta y tres normalistas de Ayotzinapa y que sólo el ejército tiene la calidad moral para asegurar lo contrario, a pesar de las aplastantes evidencias, una mentira apoyada por las de esferas más altas.

Dolia Estévez publicó un artículo espectacular en el que no vemos más que la intención acalorada de devolver el imaginario nacional a la etapa de la Guerra fría. A la época en que el comunismo y el anticomunismo se desplazaban en campos precisos hacia la conquista de territorios y países. Esa claridad ha sido borrada del consumo popular como consecuencia de la posverdad que es la mentira recurrente. El beneficiario de la posverdad es hoy el imperialismo anglosajón y el artículo de la periodista tiende a proteger el área vecina del sur de Estados Unidos de la influencia rusa.

Dolia aparece en la intensa dinámica del momento

Dolia no encontró un mejor blanco que el Club de Periodistas que dirige el periodista sirio mexicano Mouris Saloum asociado a su esposa la comentarista radial Celeste Sáenz de Miera, a quien Dolia acusa de ser “portavoz de la embajada rusa”. Difícil probar este dicho. Pero como demostración contundente enumera a los rusos y los mexicanos favorables a Rusia cuyos nombres aparecen en las listas de receptores de los premios a su obra informativa, por la cual sólo reciben un diploma.

Recordamos a Dolia y sus amigos en el grupo La Rouche y en la revista Executive Intelligence Review hace más de treinta años. La defensa de las fuerzas armadas era su delirio y se asumía como protectora de la capacidad de los militares de defender el territorio hasta donde alcanza la logística del Estado. Cambió un poco Dolia cuando se dedicó a denunciar a todo mexicano que merecía por lo menos la sospecha de no estar al lado de quienes dirigen el país del norte.

Pepe Escobar analizó en marzo los episodios que configuran la guerra inevitable

Prueba 1. El chucho de Kiev construido por el Hegemón está condenado, de una forma u otra. La señal del Kremlin: “Ni siquiera hemos empezado” comienza ahora.

Prueba 2. Viernes por la tarde, unas horas después de Peskov. Confirmado por una fuente europea seria -no rusa-. La primera contra-señal.

Tropas regulares de Francia, Alemania y Polonia han llegado, por ferrocarril y aire, a Cherkassy, al sur de Kiev. Una fuerza sustancial. No se ha filtrado el número. Están siendo alojados en escuelas. A efectos prácticos, se trata de una fuerza de la OTAN.

Eso significa: “Que empiecen los juegos”. Desde el punto de vista ruso, las tarjetas de visita del Sr. Khinzal van a estar muy solicitadas.

Prueba 3. Viernes por la noche. Ataque terrorista en Crocus City, un local de música al noroeste de Moscú. Un comando fuertemente entrenado dispara a sangre fría, a quemarropa, a la gente que tiene a la vista, y luego prende fuego a la sala de conciertos. La contra-señal definitiva: colapsado el campo de batalla, sólo queda el terrorismo en Moscú.

Y justo cuando el terror golpeaba Moscú, Estados Unidos y el Reino Unido, en el suroeste de Asia, bombardeaban Saná, la capital yemení, con al menos cinco ataques.

Una coordinación ingeniosa. Yemen acaba de cerrar en Omán un acuerdo estratégico con Rusia y China para la navegación sin trabas en el Mar Rojo, y figura entre los principales candidatos a la expansión de los BRICS+ en la cumbre de Kazán del próximo octubre.

Los hutíes no sólo están derrotando de forma espectacular a la talasocracia, sino que tienen de su lado la asociación estratégica Rusia-China. Asegurar a China y Rusia que sus barcos pueden navegar por el Bab-al-Mandeb, el Mar Rojo y el Golfo de Adén sin problemas se intercambia con el total apoyo político de Pekín y Moscú.

Confusión por todas partes, y nada es seguro

Nadie está en medida de decir que estamos cerca. Pero que las dos crisis, una en Asia del suroeste y otra en Ucrania, tienen un potencial de escalada, un potencial inmediato de escalada, eso es un hecho del que nadie duda.

El ejemplo más inquietante y flagrante es el de Estados Unidos que antes acataba las decisiones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, pero ahora las considera “no vinculantes con carácter obligatorio”. Eso significa que el Consejo de seguridad de las Naciones Unidas, que es la única institución existente, si no la máxima institución de la legalidad internacional, del orden fundado en reglas. Y si estas reglas han dejado de ser vinculantes, que se nos explique cómo fue que en 1948, cuando la ONU sin tener facultades (como no las tiene ahora), para crear Estados, fundó el Estado de Israel en territorio palestino. Y no obstante que su decisión sí fue entonces vinculante porque la “partición de Palestina” obtuvo una mayoría de votos legitimadora de la Asamblea, hoy han dejado de serlo las resoluciones de su Consejo de Seguridad, lo que significa que hemos entrado en una etapa regida por la ley de la jungla.

El despoblamiento de Gaza en curso no es un daño colateral. Es intencional y se apoya en un principio político prefigurado por las figuras estelares del Sistema americanista: Kissinger, Brzezinski y Huntington, desde la época de Vietnam, que jamás ha sido apartado de la geoestrategia anglosajona, han proclamado esta política como la ha  enunciado el representante del buró de asuntos demográficos del Departamento de Estado de EEUU, Thomas Ferguson, en la década de los años ochentas era la siguiente: Hay un tema único atrás de todas las acciones de la Unión europea…

“Un solo tema que da sentido a nuestro trabajo: debemos reducir los niveles de población. Y conseguir que los gobiernos lo hagan a nuestra manera, con métodos propios y agradables, para obtener los resultados que conocimos en El Salvador, Irán y Beirut. La población es un problema político. Una vez que la población está fuera de control, se imponen gobiernos autoritarios, es decir, fascistas, para reducirla”.

La orden dada en 2023 por Boris Johnson al ucraniano Zelenski de rechazar las negociaciones con Vladimir Putin ha despoblado a Ucrania eliminando a varios millones de personas. Ahora mismo, después del ataque terrorista insensato en el centro Crocus de Moscú, la guerra termonuclear es nuestra próxima y última etapa.

Por Gastón Pardo 

Nuevo ciclo político en Senegal: consolidación de una alternativa popular



Fuentes: El Salto

Hace apenas dos semanas, nada hacía presagiar la arrolladora victoria en las elecciones presidenciales de un activista preso por oponerse a los designios bonapartistas de otro presidente ebrio de poder.

La candidatura de Diomaye Faye, activada como un “plan B” con el que sortear la ilegalización de la de Ousmane Sonko, logró un triunfo histórico el pasado 24 de marzo. Además del volumen de los apoyos conseguidos, la victoria en primera vuelta de un candidato de la oposición es un hecho inédito en la democracia senegalesa. Sin embargo, siendo este apoyo un hecho incontestable, el carácter histórico reside en la apuesta por la ruptura con el statu quo desde la que se abre un nuevo ciclo político de corte panafricanista, con una clara vocación popular y, aunque ciertas categorías políticas resulten un tanto impostadas para describir las diferentes realidades africanas, de izquierdas.

Este momento de ruptura viene impulsado por la lucha articulada del movimiento social y de las organizaciones políticas y personalidades públicas contra el tercer mandato de Macky Sall. Este frente democrático, de naturaleza amplia, plural y contradictoria, ha conseguido hacer fracasar los principales objetivos del intento de la suspensión de las elecciones.

El primero de estos objetivos era la profundización de la represión del movimiento social que, con su lucha en las calles de Dakar y del resto de ciudades del país, ha mostrado su rechazo a un tercer mandato presidencial que contravenía el espíritu y la letra del texto constitucional. Un movimiento social que, a partir de una estrategia de vocación reactiva frente a los intentos de subvertir el sistema democrático, ha liderado el proyecto político de país que, a partir del 2 de abril, encarna la presidencia de Diomaye Faye. La propuesta de un Nouveau Type de Sénégalais, conceptualizada por Y’en A Marre desde su creación en 2011 en el marco de las protestas contra un tercer mandato de Wade, constituirá una de las guías políticas de este nuevo tiempo en el país africano.

Foto: El recién elegido presidente Diomaye Faye.

El segundo objetivo de las maniobras del presidente Sall iba dirigido a la consolidación de las condiciones políticas para favorecer la victoria del candidato de la élite dakaroi, Amadou Ba. La presión social en la calle, los y las activistas presas y las muertes provocadas por los abusos de las fuerzas del orden ha generado la suficiente presión política, social y mediática como para hacer imposible que el aparato judicial (fiel a Sall hasta la constatación de su muerte política) avalase el retraso ad eternum de las elecciones.

El último de los objetivos relevantes, en términos políticos, de la inestabilidad generada por Macky Sall, más allá de la vocación crematística de las élites educadas en Europa, lo encontramos en el mantenimiento de la relación de subordinación con la UE y, de manera inherente a esta relación, a la consolidación del modelo neoliberal y de exportación de las ingentes reservas de hidrocarburos descubiertas en las costas senegalesas. El proyecto político de Diomaye Faye y la perspectiva de su presidencia se construye a partir de la necesidad inmediata de redefinir las relaciones exteriores de Senegal, buscando asociaciones de mutuo beneficio y con una mayor participación social.

Senegal en su segunda primavera - 8
Foto: Manifestantes con una pancarta en la que se pide la salida del anterior presidente, Macry.

Una vez derrotado el intento de un tercer mandato, constituido como verdadero leit motiv de la resistencia en las calles del país, Diomaye Faye, y el campo político y social que representa, debe afrontar una serie de retos que determinarán, en el medio plazo, el futuro del país.

El primero de estos retos interpela directamente al movimiento social, cuyo papel debe transitar desde la oposición y la resistencia en defensa de la democracia a una lógica de apoyo crítico a las transformaciones en favor de las mayorías sociales, sin perder la necesaria labor de vigilancia y denuncia de los excesos del poder.

En cuanto al ámbito político-institucional, la condición de posibilidad de una gestión exitosa va a radicar en el establecimiento de unos parámetros de convivencia entre el presidente electo y Ousmane Sonko, líder natural de la mayoría social que ha apoyado la candidatura de Faye.

Desde este espacio, otro reto clave es tanto la respuesta eficaz y directa a las demandas sociales existentes, como, tan importante o más que la anterior, la gestión de la inevitable frustración cuando los cambios materiales reales no alcancen la profundidad deseada. La pedagogía para explicar las medidas adoptadas y el establecimiento de canales de participación y comunicación entre la nueva élite dirigente y los sectores populares van a ser decisivas en el escenario senegalés de los próximos años.

En el plano global, los retos centrales van a girar alrededor de la órbita regional e internacional. En la primera, la relación con los países del entorno más cercano se va a caracterizar por la necesaria gestión de las contradicciones inherentes a la existencia de gobiernos de corte autoritario, alejados del modelo ideológico de Diomaye Faye y Ousmane Sonko, con un discurso profundamente panafricanista como el que defiende el presidente senegalés y el movimiento social que lo ha aupado al poder. En cuanto al plano internacional, la redefinición de la relación con las potencias aspirantes a jugar un papel hegemónico en la región (Francia, UE, EEUU, China y Rusia) va a demandar inteligencia política y una lectura correcta de cada momento para diseñar marcos de relación horizontales que eviten cronificar dependencias pasadas y replicarlas, con otros protagonistas, en el presente.

La victoria popular en Senegal abre un tiempo de esperanza, no solamente para el pueblo de la teranga, si no para todos los pueblos del mundo. Sus conquistas son nuestras lecciones: defender la democracia, definir un proyecto de transformaciones profundas y establecer alianzas políticas amplias e integradoras.

Fuente: https://www.elsaltodiario.com/analisis/nuevo-ciclo-politico-senegal-consolidacion-una-alternativa-popular

La hoguera birmana


Por Higinio Polo | 05/04/2024 | Mundo
Fuentes: El Viejo topo

Tres años después del golpe de Estado protagonizado por el ejército, el Tatmadaw, en Birmania, tras la victoria electoral de la Liga Nacional Democrática (LND) de Aung San Suu Kyi, que permanece en arresto domiciliario y debe cumplir todavía más de veinte años confinada, los enfrentamientos armados no se detienen y la inestabilidad amenaza el futuro birmano. La dictadura de la Junta Militar responde a los intereses de los mandos del ejército y de los empresarios asociados, que actúan a través de la Corporación Económica de Myanmar (CEM) y del Conglomerado Económico de Myanmar Ltd. (CEML) y poseen bancos, explotan recursos naturales, hoteles, redes de telefonía y empresas en todos los sectores. Una parte de los empresarios está ligada al poder de la Junta, pero otra conecta con la LND y querría impulsar sus negocios con empresas japonesas y occidentales arrebatando a los militares su poder económico. El hombre fuerte de la Junta, el general Min Aung Hlaing, verdugo de los rohinyás musulmanes, es un ultraderechista que mantuvo buenas relaciones con el feroz ex presidente filipino Rodrigo Duterte y ahora con el presidente indio Narendra Modi, ambos destacados políticos de extrema derecha y fervientes anticomunistas.

El abanico de fuerzas políticas birmanas opuestas a los militares abarca desde los sectores liberales partidarios de un acercamiento a Estados Unidos, hasta la izquierda y el Partido Comunista, pasando por los numeros grupos armados de las minorías étnicas. La Junta Militar dispone del Partido de la Unión, la Solidaridad y el Desarrollo (USDP), de extrema derecha, que fundaron en 2010 y es el heredero de la histórica Asociación de la dictadura militar que ostentaba el mismo nombre. La LND de Aung San Suu Kyi (un partido liberal conservador, ligado a la Internacional socialista y próximo a Estados Unidos, donde mantiene una oficina de representación) es el principal partido de la oposición, y creó tras el golpe de Estado el National Unity Consultative Council, NUCC, un órgano que asesora al gobierno en el exilio, NUG, que preside Duwa Lashi La, e incluye a grupos guerrilleros y organizaciones ciudadanas y que recibe el apoyo de Estados Unidos y de Malasia. El NUG cuenta con su propia organización armada, las Fuerzas de Defensa Popular (PDF, por People Defence Force, creadas tras el golpe de Estado de 2021), y en su deseo de atraer a las minorías del país postula una república federal, y una economía de corte capitalista. Las inclinaciones del NUG son evidentes: Aung Myo Min, ministro de Derechos Humanos en ese gobierno quiere aproximarse a la Unión Europea y a Estados Unidos, y considera que «Rusia no solo está invadiendo Ucrania, también está apoyando al régimen militar de Myanmar». A principios de enero de 2024, el NUG expresó públicamente su «profunda gratitud» a Estados Unidos y a Antony Blinken por su apoyo, aunque al mismo tiempo suscribe el principio de «una sola China» en un difícil equilibrio por la enorme influencia de Pekín en la región, e hizo pública una declaración donde se compromete a cooperar con el gobierno chino en asuntos de seguridad y a perseguir en territorio birmano los delitos y las estafas en Internet, el tráfico de drogas y la trata de personas, asuntos que afectan a ciudadanos chinos y preocupan al gobierno de Pekín. La petición hecha a Estados Unidos por las PDF para que le suministre más armamento ha sido recibida con cautela por el Pentágono.

La izquierda está muy debilitada. Po Sangchung, portavoz del Partido Comunista de Birmania, declaró que participan en los combates para derrocar a la Junta Militar y que los comunistas pretenden reforzar los lazos unitarios entre los distintos grupos opositores, aunque la definición del futuro del país que hace la oposición no va más allá de derribar a la Junta Militar. El Partido Comunista, perseguido con saña durante décadas por la dictadura, que tiene claras simpatías históricas hacia Mao Zedong y China, dispone del Ejército Popular de Liberación, aunque sus fuerzas son más limitadas que otros grupos armados, y mantiene reservas hacia el NUCC y el gobierno del NUG en el exilio y quiere abolir la Constitución de 2008 redactada por el ejército que asegura una situación de privilegio para los militares.

La Junta Militar prometió tras el golpe celebrar elecciones en 2023, que se han pospuesto hasta 2024 ó 2025, aunque no hay ninguna seguridad en su convocatoria. En septiembre de 2023 delegados de la Comisión Electoral birmana visitaron Rusia para asesorarse y documentar el proceso. Desde la asonada, la represión y los enfrentamientos han causado miles de muertos: según estimaciones de la Asociación de Asistencia a Presos Políticos  (AAPP) de Birmania, hasta enero de 2024 habían muerto 4.423 civiles en el país. La dictadura militar recurre a la tortura, que ha causado la muerte a centenares de detenidos, y a bombardeos indiscriminados como el que mató en 2023 a un centenar de personas en Pazigyi, en la región de Sagaing que controla el NUG.

Se desconoce el número de combatientes muertos, tanto en el ejército como en las guerrillas. El Tatmadaw niega con frecuencia la detención de personas, aunque así les conste a sus familiares, y se realizan severos patrullajes de las fuerzas del régimen por barrios y poblaciones y muchos detenidos afrontan juicios sumarísimos ante tribunales militares, sin garantías para los procesados. La Junta militar ha bombardeado a la población en los estados de Chin (junto a Bangladesh e India), Rajine (fronterizo con Bangladesh y donde la guerrilla capturó comisarías de policía en la antigua capital del Estado, Mrauk-U, una ciudad de doscientos mil habitantes), Kachin (en el norte, limítrofe con China) y Kayah (sur del país, junto a Thailandia y habitado por los karen) y en regiones como Sagaing y Magwae, en operaciones de castigo a las minorías étnicas, y ha organizado milicias armadas que colaboran con el Tatmadaw. Los combates inquietan a los países vecinos: India, Bangladesh, Thailandia, Laos y China. También se suceden las huelgas, como las que tuvieron lugar en enero de 2024 en las ciudades de Monywa y Magwae, en el centro del país.

Más de un millón de personas han tenido que abandonar sus hogares, además de un millón de rohinyás que malviven en los campos de refugiados de Bangladesh, donde su situación es muy precaria: la Junta birmana impide que llegue ayuda humanitaria y el ex secretario de Relaciones Exteriores de Bangladesh, Touhid Hossain, aseguró a la prensa que su país no debe permitir que más refugiados crucen la frontera, «pase lo que pase en Myanmar», mientras el jefe de la Guardia Fronteriza bengalí, el general AKM Nazmul Hasan, inspeccionaba la frontera con Birmania y los campos de refugiados en Cox’s Bazar. También en el Estado birmano de Rajine malviven en campos provisionales más de cien mil rohinyás. Miles de personas se han dirigido a la India tras huir del Estado Chin, centenares de birmanos rohinyás intentan alcanzar Indonesia o Malasia, se dirigen hacia el golfo de Bengala y la India en inseguras embarcaciones; contingentes de otras minorías se han refugiado en China, y los combates han llevado a unos cien mil birmanos a huir a Thailandia. La precariedad económica en el país y la pobreza del campesinado ha hecho aumentar la producción de opio, hasta el punto de que en 2023 Birmania ha sustituido a Afganistán como el mayor productor del mundo de adormidera, según un informe publicado por la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) en diciembre de 2023. Se produce sobre todo en los Estados Shan y Kachin y en Sagaing, tanto en territorios controlados por el Tatmadaw como por grupos guerrilleros, aunque los beneficios más importantes los consiguen redes criminales y militares de la Junta. La gravedad de la situación económica ha llevado al NUG a hacer, al inicio de 2024, un llamamiento internacional para que los países donantes envíen urgente ayuda humanitaria para hacer frente a la crisis.

La falta de legitimidad de la Junta Militar es patente. Birmania mantiene miles de presos políticos, aunque en enero de 2024 la Junta Militar anunció una amnistía para 9.766 presos, entre ellos un centenar de ciudadanos extranjeros. Tras el golpe de Estado, el Consejo de Seguridad de la ONU pidió que fuesen puestos en libertad los presos políticos y reclamó el fin de la violencia, que pese a la demanda no se ha detenido. Estados Unidos, China y la India siguen atentamente la situación, que puede derivar en una fragmentación del país, donde existen numerosos grupos guerrilleros armados, milicias cómplices de la Junta Militar, frecuentes cambios de bandera de jefes guerrilleros e intervención de servicios secretos de Estados Unidos y la India: el Pentágono ha enviado a militares estadounidenses (temporalmente fuera del ejército) a Birmania para adiestrar a grupos opositores. La organización Free Burma Rangers, dedicada supuestamente a proporcionar ayuda médica y defender los derechos humanos, es la cobertura de militares de los servicios especiales estadounidenses que actúan en el interior de Birmania desde la frontera con Thailandia y también en Iraq y Sudán. Por su parte, Delhi, proveedor de armamento al Tatmadaw, quiere, como China, asegurar la estabilidad en su frontera y evitar que Birmania sea base de acción de grupos armados que se infiltran en la India.

La Operación 1027, lanzada el 27 de octubre de 2023 por la Alianza de Hermandad de tres grupos guerrilleros tomó por sorpresa a la dictadura y ha creado serias dificultades al ejército birmano, y se apoderó de varias ciudades en el norte y de algunas bases militares, y afirmó que su acción se dirigía también contras las mafias delincuentes. Esa coalición está compuesta por el Ejército de la Alianza Democrática Nacional de Myanmar (MNDAA), el Ejército de Liberación Nacional Ta’ang (TNLA) y el Ejército de Arakan, y tienen claras simpatías hacia China. En el norte del país, y en el centro, en Sagaing, cerca de Mandalay, también participan en los combates fuerzas del Ejército Popular de Liberación, que ha sido reconstruido y es la organización armada del Partido Comunista de Birmania. En abril de 2023, el ejército birmano llevó a cabo una matanza en Sagaing, asesinando a casi doscientas personas, niños entre ellas, y los enfrentamientos armados han llevado a decenas de miles de personas a desplazarse a otras regiones del país. En el este birmano, en Shan; en la región de Mandalay; en el estado de Chin, donde la guerrilla de apoderó de Rikhawdar, junto a la frontera con la India; y en el noreste, en Kachin, se producen constantes enfrentamientos armados y las diferentes guerrillas han conquistado importantes ciudades. En el norte del país actúa el Ejército para la Independencia Kachin (KIA), que colabora con la Alianza de Hermandad, así como el Ejército de Liberación Bamar, las fuerzas Karen e incluso las  Fuerzas de Defensa Popular (PDF) del NUG. Duwa Lashi La, presidente interino del NUG, trabaja para unir a los distintos grupos armados étnicos con las PDF, tarea complicada porque muchas de las minorías se enfrentaron al gobierno de Aung San Suu Kyi, y la Junta Militar intenta atraerse a algunos de ellas, con diferente fortuna, hasta el punto de que tras el solpe de 2021 los militares consideraron la eventualidad de avanzar hacia el federalismo en el país para terminar con sus enfrentamientos con las minorías étnicas. Al mismo tiempo, el Tatmadaw crea grupos y milicias armadas y compra a otros destacamentos a través de la captación de jefes guerrilleros. Además, algunos grupos étnicos minoritarios mantienen una posición neutral: aunque se oponen a la Junta militar, no participan en las operaciones armadas. La endiablada complejidad birmana tiene aspectos de guerra civil, pero también atisbos de lucha revolucionaria.

Grupos guerrilleros como el Ejército para la Independencia Kachin, la Unión Nacional Karen, el Partido Nacional Progresista Karenni (KNPP), y el Frente Nacional Chin (CNF) se oponen a la Junta Militar y forman parte de la coalición del NUG de Aung San Suu Kyi, mientras que la Alianza de Hermandad mantiene una cierta distancia porque quieren asegurar el dominio en sus territorios al margen de quien gobierne en Naipyidó. Otras organizaciones mantienen la cautela a la espera de ver quien consigue la victoria en los enfrentamientos armados. Entre estos se encuentra el Ejército de la Alianza Democrática Nacional (MNDAA) y el Ejército Unido del Estado Wa (UWSA), estado que actúa en la práctica como un pequeño país independiente.

El 3 de enero un proyectil lanzado desde Birmania alcanzó la región china de Yunnan causando varios heridos. Al día siguiente, Sun Weidong, viceministro de Asuntos Exteriores chino, viajó a Birmania para entrevistarse con Min Aung Hlaing y exigir seguridad en la frontera, y el ministro de Seguridad chino, Wang Xiaohong, habló con el ministro del Interior birmano para asegurar la paz en los límites comunes. China tiene más de dos mil quinientos kilómetros de frontera con Birmania y Laos, en una difícil geografía donde la policía china ha descubierto misiones espías occidentales operando desde el lado birmano, lo que llevó al ministerio de Seguridad chino a lanzar una plataforma (www.12339.gov.cn) para la denuncia de operaciones delictivas y de espionaje: solamente en 2023, la policía china resolvió en esa región fronteriza 29.000 casos criminales, sobre todo fraudes por Internet pero también secuestros y asesinatos, según declaró Jia Junqiang, portavoz chino, cuyo ministerio ha dictado además órdenes de detención contra los jefes de grupos delincuentes de Laukkai, entre ellos Bai Suocheng (principal sospechoso en el entramado de delitos cibernéticos, fundador de la Guardia Fronteriza birmana en Kokang, antiguo presidente administrativo de la región de Kokang y aliado del general Min Aung Hlaing, el hombre fuerte de la Junta Militar birmana), y contra el comandante de la Guardia Fronteriza, Wei San, también ligado a la Junta militar, según publicó el diario The Irrawaddy. En Laukkai, Kokang, en el Estado Shan, cerca de la frontera con China, operan grupos delincuentes que se enriquecen con las drogas, la prostitución, la trata de personas y las estafas. Allí se concentran burdeles, casinos y oficinas para organizar robos a través de las redes de Internet, a veces con la complicidad de grupos guerrilleros y de militares birmanos, en una compleja ecuación donde se mezclan guerrilleros, militares y delincuentes, y donde el trasiego de lealtades es frecuente: Bai Suocheng fue también subcomandante de la guerrilla del Ejército de la Alianza Democrática Nacional de Myanmar (MNDAA), y traficante de armas y drogas. La actuación de la policía china ha conseguido reducir notablemente los delitos: Pekín quiere estabilidad en sus fronteras, proteger el oleoducto China-Birmania, y presiona a las partes para seguir impulsando negociaciones y pacificar la zona.

A mediados de enero de 2024, gracias a la mediación de China, delegados del Tatmadaw y de la guerrilla birmana se reunieron en la ciudad china de Kunming para firmar un alto el fuego entre el ejército y esos tres grupos armados étnicos en el norte de Myanmar. Previamente, la guerrilla había conquistado esa región de Kokang, que limita con China. Pocos días después, el TNLA, Ejército de Liberación Nacional Ta’ang, acusaba al  Tatmadaw de haber roto el acuerdo. La mediación china busca abrir una nueva dinámica y proteger a sus ciudadanos que viven en cerca de la frontera birmana, mientras presiona a la Junta militar para que ponga fin a la delincuencia.

Birmania tiene en China su principal socio comercial. Pekín redujo aranceles a sus importaciones birmanas y las empresas chinas han desarrollado proyectos para la generación de energía, la investigación agrícola, transportes y protección de la naturaleza, también bajo el mandato de Aung San Suu Kyi, y el gobierno de Pekín, que paralizó los contactos con Naipyidó tras el golpe de Estado, evita intervenir en los asuntos internos birmanos y mucho menos en las operaciones militares de los combatientes, y defiende que el alto el fuego es beneficioso para el país, atenazado por la pobreza y la parcial paralización de la economía: con su Corredor China-Myanmar y la participación común en la  Asociación Económica Integral Regional (RCEP) Pekín pretende impulsar la cooperación económica entre los dos países y abrir una nueva dinámica en la región, objetivo similar al que plantea en otras regiones conflictivas de Asia.

La ASEAN elaboró en abril de 2021 un plan para Birmania (denominado «consenso de cinco puntos» de Yakarta) articulado por un mediador de la organización, que contemplaba el cese inmediato de los enfrentamientos armados entre el ejército y la oposición, la apertura del diálogo entre las partes y el envío de ayuda humanitaria para la población. China apoya esa mediación de la ASEAN y el plan, que hasta ahora no se ha podido aplicar. A mediados de enero de 2024, con Laos ejerciendo la presidencia rotatoria de la ASEAN, la organización envió al diplomático laosiano Alounkeo Kittikhoun, que se reunió en Naipyidó con el primer ministro de la Junta Militar, general Min Aung Hlaing y asistió a un encuentro entre el Tatmadaw y algunos grupos guerrilleros. Laos, con un sistema socialista y gobernado por el comunista Partido Popular Revolucionario, es un aliado de China.

El futuro de Birmania afecta directamente a los equilibrios en el sudeste asiático y en el mundo. En octubre de 2023, el Pentágono publicó un informe donde mantiene que el principal peligro para Estados Unidos es China y su Ejército Popular de Liberación, EPL, afirmando que Pekín dispone ya de más de quinientas cabezas nucleares. El informe acusaba a China de buscar bases para apoyo logístico del EPL, y especulaba con la supuesta intención de Pekín de establecerlas en casi veinte países, entre los que se encuentran Birmania y Thailandia, aunque no existan indicios de ello. Además, Estados Unidos permite que su aliado Israel suministre armamento a la Junta Militar birmana, y Shell, ENI, Total, Chevron y otras compañías occidentales persiguen los recursos petroleros birmanos y son una pieza más del engranaje estadounidense que persigue limitar la influencia económica de China en Birmania y en todo el sudeste asiático.

Al mismo tiempo, en un plan que mezcla sofisticadas operaciones políticas y burdas acusaciones, Estados Unidos y sus aliados europeos acusan a Pekín de complacencia con la Junta militar y de apostar por la inestabilidad en el país para apoderarse de los recursos naturales birmanos, acusaciones falsas a todas luces: la Junta del corrupto general golpista Min Aung Hlaing tiene una profunda animadversión hacia China, aunque no puede ignorar a su gigantesco vecino. A principios de noviembre de 2023 desfiló en Rangún una manifestación que contaba con el sostén de la Junta Militar y que acusaba a China de apoyar a la Alianza de Hermandad que inició la Operación 1027, y aunque Pekín no apoya a la Junta Militar y defiende la transición a un gobierno elegido por la población, Estados Unidos intenta promover entre la población birmana resentimiento hacia China con la acusación de que aprovecha en beneficio propio los recursos birmanos. Así, la propaganda occidental acusa a Pekín, al mismo tiempo, de connivencia con la Junta y de haber auspiciado la Operación 1027 de la guerrilla basándose en declaraciones de dirigentes guerrilleros de la Alianza de Hermandad que afirmaban colaborar con China para acabar con los grupos delincuentes de estafas por Internet; acusaciones contradictorias desmentidas además por la inmediata mediación china para conseguir un alto el fuego tras el inicio en octubre pasado de la Operación 1027. De hecho, ya en abril de 2023 un enviado especial chino propuso a la Junta iniciar negociaciones de paz para detener los combates con las minorías étnicas. Esas acusaciones estadounidenses se enmarcan en la campaña contra China que desarrolla Washington en distintos escenarios del planeta, desde el sudeste asiático hasta Europa o África.

China mantuvo buenas relaciones con el gobierno de Aung San Suu Kyi, y tiene como prioridad asegurar la estabilidad en el país y el desarrollo de sus proyectos económicos ligados a la nueva ruta de la seda. Birmania asegura una conexión desde la región china de Yunnan (que cuenta con más de cincuenta millones de habitantes) con el océano Índico, evitando el cuello de botella del estrecho de Malaca, uno de los puntos débiles de las rutas marítimas chinas, y Pekín quiere desarrollar las infraestructuras portuarias en el Estado de Rajine, en el golfo de Bengala, para asegurar otra ruta comercial sin el recorrido por las costas de la península de Malaca. El Corredor económico China-Myanmar dispone ya del puerto de Kyaukpyu (en la isla Ramree, en ese Estado Rajine), una terminal petrolera en la cercana isla Maday, y una zona industrial y la línea ferroviaria de alta velocidad entre la ciudad china de Kunming y Mandalay, además del oleoducto y el gasoducto que enlazan la costa birmana con la región china de Yunnan. China importa también de Birmania tierras raras, que han adquirido una importancia estratégica para todas las grandes potencias.

El gobierno chino quiere evitar la desestabilización del sudeste asiático y la extensión de la guerra civil birmana que convierta al país en un estado fallido, e impedir el aumento de la influencia de Estados Unidos y de la India. Vigilando todos los flancos, Washington no ha impuesto sanciones a las empresas de los militares birmanos y contemporiza con sus aliados Singapur y Thailandia que siguen suscribiendo acuerdos con la Junta Militar. A su vez, la Unión Europea, aunque es un actor secundario en el país, aplicó sanciones a Naipyidó, y sigue importando productos birmanos. Martin Thümmel, el diplomático alemán que se ocupa del sudeste asiático en Berlín, recibió a finales de enero a Zaw Wai Soe, ministro del NUG, para concertar la ayuda alemana. Por su parte, Bangkok mantiene discretas negociaciones con la dictadura birmana, con conocimiento de Estados Unidos, y no olvida su gratitud: el Tatmadaw apoyó el golpe de Estado del general Prayuth Chan-o-cha en 2014 en Thailandia.

Aung San Suu Kyi, elogiada por Hillary Clinton y apoyada por Estados Unidos hasta el punto de que la convirtió con una exitosa campaña en una figura mundial, está lejos de ser la esperanza para Birmania: transigió con los militares birmanos, justificó las matanzas, la «limpieza étnica» y la persecución de los rohinyás, y aunque mantiene un importante apoyo popular es la pieza que utiliza Estados Unidos para ligar el futuro birmano a su dispositivo militar en Asia contra China, sin desdeñar la evolución de la Junta Militar, como hizo Obama. La Junta Militar tiene un precario dominio sobre el país e intenta buscar una solución a su naufragio a través de negociaciones con los grupos armados y con las principales potencias, China, Estados Unidos y la India, junto con la intervención de la ASEAN. Birmania se enfrenta al riesgo de la desintegración y al aumento del número de refugiados a causa de los combates, en una situación que puede desestabilizar a los países vecinos y al sudeste asiático y convertirse en otro escenario del enfrentamiento global entre China y Estados Unidos, mientras la población birmana padece la represión militar, sobrelleva el espejismo de la LND de Aung Aung San Suu Kyi, y soporta la debilidad de la izquierda.

A Washington no le preocupa la represión ni las matanzas en Birmania: le inquieta que China amplíe su influencia en el sudeste asiático. Otras piezas encajan en los objetivos de la Casa Blanca y del Departamento de Estado, como en Thailandia (un aliado tradicional de Estados Unidos donde los militares que dieron el golpe de Estado de 2014 quieren mantener, por criterios económicos, una cierta equidistancia entre Washington y Pekín), donde el gobierno estadounidense favorece a Pita Limjaroenrat y su partido Avanzar, que tiene buenas relaciones con Taiwán y recela de China, aunque también apoya al gobierno de Srettha Thavisin surgido del pacto entre los militares golpistas del general Prayuth Chan-o-cha y el Puea Thai de la familia Shinawatra. A Estados Unidos tampoco le preocupa el siniestro y anticomunista monarca thailandés Maha Vajiralongkorn: pone huevos en todas las cestas con los ojos puestos en China, y en la hoguera birmana no quiere arriesgar una derrota estratégica en el sudeste asiático si no consigue atraerse a los nuevos gobernantes que surjan tras la desaparición de la Junta Militar.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes. 

jueves, 18 de abril de 2024

Los misiles de abril


MEDIO ORIENTE, EE.UU. :: 16/04/2024

SCOTT RITTER

El ataque de represalia de Irán contra Israel pasará a la historia como una de las mayores victorias de este siglo. Representa un momento de cambio radical en la geopolítica de Oriente Medio

El hecho de que Irán haya establecido una postura de disuasión creíble sin perturbar las principales metas y objetivos políticos es la definición misma de victoria.

Llevo más de dos décadas escribiendo sobre Irán. En 2005 viajé a Irán para averiguar la «verdad sobre el terreno» acerca de esa nación, una verdad que luego incorporé a un libro, Target Iran (Objetivo Irán), en el que exponía la colaboración entre EEUU e Israel para elaborar una justificación de un ataque militar contra Irán destinado a derrocar a su gobierno teocrático. Seguí este libro con otro, Dealbreaker, en 2018, que actualizaba este esfuerzo estadounidense-israelí.

Ya en noviembre de 2006, en un discurso pronunciado en la Escuela de Relaciones Internacionales de la Universidad de Columbia, subrayé que EEUU nunca abandonaría a su «buen amigo» Israel hasta que, por supuesto, lo hiciéramos. ¿Qué podría precipitar tal acción, pregunté? Señalé que Israel era una nación ebria de arrogancia y poder, y que a menos que EEUU encontrara la forma de quitar las llaves del contacto del autobús que Israel conducía hacia el abismo, no nos uniríamos al régimen israelí en su viaje suicida como un lemming (1).

Al año siguiente, en 2007, durante un discurso ante el Comité Judío Estadounidense, señalé que mis críticas a Israel (con las que muchos de los asistentes se sintieron muy ofendidos) procedían de una preocupación por el futuro de Israel. Subrayé la realidad de que había pasado la mayor parte de una década intentando proteger a Israel de los misiles iraquíes, tanto durante mi servicio en la Tormenta del Desierto, donde desempeñé un papel en la campaña contra los misiles SCUD, como en calidad de inspector de armas de las Naciones Unidas, donde trabajé con la inteligencia israelí para asegurarme de que se eliminaban los misiles SCUD iraquíes.

«Lo último que quiero ver», dije a la multitud, «es un escenario en el que los misiles iraníes impactaran en el suelo de Israel. Pero a menos que Israel cambie de rumbo, éste es el resultado inevitable de una política impulsada más por la arrogancia que por el sentido común.»

En la noche del 13 al 14 de abril de 2024, mis preocupaciones se reprodujeron en directo ante una audiencia internacional: llovieron misiles iraníes sobre Israel, y no había nada que Israel pudiera hacer para detenerlos. Como había ocurrido poco más de 33 años antes, cuando los misiles SCUD iraquíes superaron las defensas antimisiles Patriot estadounidenses e israelíes para golpear a Israel docenas de veces en el transcurso de un mes y medio, los misiles iraníes, integrados en un plan de ataque diseñado para desbordar los sistemas de defensa antimisiles israelíes, golpearon impunemente objetivos designados dentro de Israel.

A pesar de haber empleado un amplio sistema integrado de defensa antimisiles compuesto por el sistema «Cúpula de Hierro«, baterías de misiles Patriot de fabricación estadounidense e interceptores de misiles Arrow y David's Sling, junto con aviones estadounidenses, británicos, franceses e israelíes y defensas antimisiles a bordo de buques estadounidenses y franceses, más de una docena de misiles iraníes alcanzaron aeródromos e instalaciones de defensa antiaérea israelíes fuertemente protegidos.

El ataque con misiles iraníes contra Israel no surgió de la nada, por así decirlo, sino que fue una represalia por un ataque israelí del 1 de abril contra el edificio del consulado iraní, en Damasco (Siria), en el que murieron varios altos mandos militares iraníes. Si bien Israel ha llevado a cabo ataques contra personal iraní dentro de Siria en el pasado, el ataque del 1 de abril se diferenció no sólo en que mató a personal iraní de muy alto rango, sino en que golpeó lo que jurídicamente era territorio soberano iraní: el consulado iraní.

Desde la perspectiva iraní, el ataque al consulado fue una línea roja que, de no ser respondida, borraría cualquier noción de disuasión, abriendo la puerta a acciones militares israelíes aún más descaradas, incluidos ataques directos a Irán. Sin embargo, se sopesaban en contra de la respuesta una compleja red de objetivos políticos entrelazados que probablemente se verían desacreditados por el tipo de conflicto a gran escala entre Israel e Irán que podría ser precipitado por cualquier ataque de represalia significativo de Irán contra Israel.

Ante todo, Irán ha emprendido una política estratégica basada en un pivote que se aleja de Europa y EEUU y se dirige hacia Rusia, China y la masa continental euroasiática. Este giro se ha visto impulsado por la frustración de Irán ante la política de sanciones económicas impulsada por EEUU, y la incapacidad y/o falta de voluntad por parte del Occidente colectivo para encontrar una vía que permita el levantamiento de estas sanciones. El fracaso del acuerdo nuclear iraní (el Plan Integral de Acción Conjunta o JCPOA, por sus siglas en inglés) para producir el tipo de oportunidades económicas que se habían prometido en el momento de su firma ha sido uno de los principales impulsores de este pivote iraní hacia Oriente. En su lugar, Irán se ha adherido tanto a la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS) como al foro de los BRICS y ha dirigido sus energías diplomáticas a que el país se integre plena y productivamente en ambos grupos.

Una guerra general con Israel causaría estragos en estos esfuerzos.

En segundo lugar, pero no menos importante en la ecuación geopolítica general para Irán, está el conflicto en curso en Gaza. Se trata de un acontecimiento que cambia las reglas del juego, en el que Israel se enfrenta a una derrota estratégica a manos de Hamás y sus aliados regionales, incluido el eje de resistencia dirigido por Irán. Por primera vez, la cuestión del Estado palestino ha sido abordada por una audiencia mundial.

Esta causa se ve facilitada además por el hecho de que el régimen israelí de Benjamín Netanyahu, formado a partir de una coalición política que se opone vehementemente a cualquier noción de estatalidad palestina, se encuentra en peligro de colapso como resultado directo de las consecuencias acumuladas por el ataque de Hamás del 7 de octubre de 2023 y el posterior fracaso de Israel en derrotar a Hamás militar o políticamente.

Israel se ve igualmente obstaculizado por las acciones de Hezbolá, que ha mantenido en jaque a Israel a lo largo de su frontera septentrional con Líbano, y de actores no estatales como las milicias iraquíes proiraníes y Yemen, que han atacado a Israel directamente y, en el caso de Yemen, indirectamente, cerrando líneas de comunicación marítimas críticas que tienen como resultado el estrangulamiento de la economía israelí.

    Misiles iraníes sobre Israel

Pero es Israel quien más daño se ha hecho a sí mismo, llevando a cabo una política genocida de represalias contra la población civil de Gaza. Las acciones israelíes en Gaza son la manifestación viva de la misma arrogancia y de las políticas impulsadas por el poder sobre las que ya advertí en 2006-2007. Entonces dije que EEUU no estaría dispuesto a ser pasajero de un autobús político conducido por Israel que nos llevara al precipicio de una guerra imposible de ganar con Irán.

Con su comportamiento criminal hacia los civiles palestinos de Gaza, Israel ha perdido el apoyo de gran parte del mundo, poniendo a EEUU en una posición en la que verá irremediablemente dañada su ya manchada reputación, en un momento en que el mundo está pasando de un periodo de singularidad dominada por EEUU a una multipolaridad impulsada por los BRICS, y EEUU necesita conservar tanta influencia en el llamado «sur global» como sea posible.

EEUU ha intentado -sin éxito- quitar las llaves del contacto del autobús suicida de Netanyahu. Ante la extrema reticencia del régimen israelí a modificar su política respecto a Hamás y Gaza, Biden ha empezado a distanciarse de la política de Netanyahu y ha advertido a Israel de que su negativa a modificar sus acciones en Gaza para tener en cuenta las preocupaciones estadounidenses tendría consecuencias.

Cualquier represalia iraní contra Israel tendría que navegar por estas aguas políticas extremadamente complicadas, permitiendo a Irán imponer una postura de disuasión viable diseñada para impedir futuros ataques israelíes, asegurándose al mismo tiempo de que no se desviaran ni sus objetivos políticos relativos a un pivote geopolítico hacia el este, ni la elevación de la causa de la estatalidad palestina en la escena mundial.

El ataque iraní contra Israel parece haber maniobrado con éxito a través de estos escollos políticos. Lo hizo, ante todo, manteniendo a EEUU al margen de la lucha. Sí, EEUU participó en la defensa de Israel, ayudando a derribar decenas de drones y misiles iraníes. Este compromiso benefició a Irán, ya que sólo reforzó el hecho de que no existía ninguna combinación de capacidad de defensa antimisiles que pudiera, en última instancia, impedir que los misiles iraníes alcanzaran sus objetivos designados.

Los objetivos que Irán atacó -dos bases aéreas en el desierto del Néguev desde las que se habían lanzado los aviones utilizados en el ataque del 1 de abril contra el consulado iraní, junto con varios emplazamientos de defensa aérea y espionaje israelíes- estaban directamente relacionados con los puntos que Irán intentaba exponer para establecer el alcance y la escala de su política de disuasión.

En primer lugar, que las acciones iraníes estaban justificadas en virtud del Artículo 51 de la Carta de la ONU -Irán tomó represalias contra los objetivos en Israel directamente relacionados con el ataque israelí contra Irán- y, en segundo lugar, que los emplazamientos de defensa aérea israelíes eran vulnerables a un ataque iraní. El impacto combinado de estos dos factores es que todo Israel era vulnerable a ser atacado por Irán en cualquier momento, y que no había nada que Israel o sus aliados pudieran hacer para detener tal ataque.

Este mensaje resonó no sólo en los pasillos del poder en Tel Aviv, sino también en Washington, donde los responsables políticos estadounidenses se enfrentaron a la incómoda verdad de que, si EEUU actuaba de acuerdo con Israel para participar o facilitar una represalia israelí, las instalaciones militares estadounidenses en todo Oriente Próximo se verían sometidas a ataques iraníes que EEUU sería incapaz de detener.

Por eso los iraníes pusieron tanto énfasis en mantener a EEUU fuera del conflicto, y por eso Biden estaba tan ansioso por asegurarse de que tanto Irán como Israel comprendieran que EEUU no participaría en ningún ataque de represalia israelí contra Irán.

Los «Misiles de Abril» representan un momento de cambio radical en la geopolítica de Oriente Medio: el establecimiento de una disuasión iraní que afecta tanto a Israel como a EEUU. Aunque las emociones en Tel Aviv, especialmente entre los conservadores más radicales del régimen israelí, están a flor de piel, y la amenaza de una contrarepresalia israelí contra Irán no puede descartarse por completo, el hecho es que el objetivo político subyacente del primer ministro israelí Benjamín Netanyahu en el transcurso de los últimos más de 30 años, a saber, arrastrar a EEUU a una guerra con Irán, ha sido puesto en jaque mate por Irán.

Además, Irán ha podido lograrlo sin interrumpir su pivote estratégico hacia el este ni socavar la causa de la creación del Estado palestino. La «Operación Promesa Verdadera«, como denominó Irán a su ataque de represalia contra Israel, pasará a la historia como una de las victorias militares más importantes en la historia del Irán moderno, teniendo en cuenta que la guerra no es más que una extensión de la política por otros medios. El hecho de que Irán haya establecido una postura de disuasión creíble sin perturbar las principales metas y objetivos políticos es la definición misma de victoria.

* Scott Ritter es un exoficial de inteligencia del Cuerpo de Marines de EEUU.

Nota nuestra: (1) El término se inspira en los lemmini, pequeños roedores famosos por su vida en colectividad. Un mito persistente asegura que se suicidan en masa, arrojándose al mar como parte de un proceso de autorregulación natural.

Scott Ritter Extra / observatoriodetrabajadores.wordpress.com


Texto completo en: https://www.lahaine.org/mundo.php/los-misiles-de-abril 

Israel esconde más de 200 muertos entre sus soldados en el frente libanés


4 de abril de 2024

Jalil Nasrallah https://thecradle.co/articles/hiding-the-ratio-israel-conceals-200-troop-deaths-on-lebanon-front 


Habiendo establecido una proporción de bajas de 1:1 durante los últimos seis meses de enfrentamientos fronterizos, ahora Hezbollah ha puesto su mirada en objetivos israelíes de alto valor para contrarrestar los ataques de Tel Aviv en el interior profundo de Líbano.

Desde octubre, más de 230 soldados israelíes han sido eliminados por Hezbollah. Esto indica que la resistencia libanesa ha alcanzado la paridad en el número de muertos por ambos bandos durante los últimos seis meses de enfrentamientos.

Es una hazaña tan importante como impresionante, dado que unas fuerzas de resistencia popular relativamente ligeramente armadas y generalmente superadas en número nunca logran una proporción de 1:1 contra fuerzas colonialistas y neocolonialistas de alta tecnología y fuertemente armadas, como ya señalaron los analistas militares tras la guerra de 2006.

La diferencia es que Hezbollah honra a los combatientes caídos con sus nombres y números, mientras el ejército israelí controla estrictamente el flujo de información sobre sus víctimas, enmascarando el verdadero alcance de sus pérdidas y restando importancia a las instalaciones, drones y misiles en el frente norte.

258 combatientes de Hezbollah han caído desde octubre, mientras que Israel ha reconocido sólo 10 muertes entre sus filas, una cifra muy improbable dada la amplia distribución de imágenes de operaciones de guerra por parte de Hezbollah.

En 2006, durante el ataque israelí contra Líbano, que duró sólo 34 días, las pérdidas de Hezbollah se estiman en unos 250 combatientes caídos, mientras que Israel sólo reconoció la pérdida de 121 soldados. Diez muertes israelíes en la frontera libanesa después de seis meses de feroces enfrentamientos tienen poco sentido en este contexto.

Beduinos y drusos: la carne de cañón al servicio de los sionistas

Para facilitar el ocultamiento de las muertes del ejército el gobierno de Tel Aviv se suma a esta “niebla de guerra” al emplear tropas beduinas y drusas en sus líneas del frente.

Por ejemplo, Israel proporciona una “asignación material” a las familias de los soldados de la unidad beduina “Qasasi Al Athar”, desplegada a lo largo de varias fronteras israelíes (Líbano, Gaza, Egipto) para prevenir los desplazamientos, las operaciones transfronterizas e infiltraciones.

Las estimaciones de campo indican que el mayor número de muertes israelíes se produjo en las filas de esta unidad.

En los últimos años, Israel ha lanzado una serie de campañas de propaganda militar para resaltar la diversidad de sus filas. El portavoz adjunto del ejército, el “Capitán Ayla”, un judío árabe, organizó una gira en 2020 en la frontera entre Líbano y Palestina con un oficial de la unidad Qasasi Al Athar llamado Ali Falah, que trabaja en la Brigada del Norte, para resaltar la naturaleza peligrosa de su trabajo en la zona cero.

El ejército israelí emplea las mismas estrategias -pagar a las familias de los soldados beduinos muertos- con soldados de la comunidad árabe drusa, que forman parte de formaciones individuales y batallones o lo que se llama “defensa local” en pueblos cercanos a la frontera libanesa. Por ejemplo, el 70 por cien del batallón 299, estacionado en la región de Hurfaish –a cuatro kilómetros de la frontera libanesa– son miembros de la comunidad drusa. El batallón sufrió bajas en el frente, pero Israel sólo ha informado de una baja hasta la fecha.

Como ocurre con muchos ejércitos en decadencia, los mercenarios se han convertido en una parte esencial de las filas de las fuerzas armadas israelíes y están activos en las unidades de combate del ejército israelí. Muchos de ellos se alistaron durante la agresión contra Gaza y luego fueron enviados a la frontera con Líbano.

A pesar de la participación activa de los mercenarios, sus muertes a menudo no se denuncian y sus cuerpos son repatriados silenciosamente sin reconocimiento oficial como soldados caídos. Todo hace pensar que un número importante de ellos pereció en las líneas fronterizas.

Israel oculta a sus caídos para mantener el ánimo en sus filas

Los acontecimientos sin precedentes de la Operación Inundación de Al Aqsa de la resistencia palestina arrojan una sombra inquietante sobre el proyecto israelí, enviando ondas de choque a todas las facetas de la sociedad.

Con Tel Aviv declarando una guerra total a Gaza y el repentino estallido de un segundo frente en el sur del Líbano, la preocupación ha alcanzado un punto álgido.

El ejército israelí entendió que librar una guerra a gran escala en dos frentes, particularmente contra Líbano, donde Hezbollah ha reunido un ejército de 100.000 hombres y tiene armamento y entrenamiento mucho más sofisticados que la resistencia en Palestina, planteaba desafíos insuperables.

Además, el gobierno de Netanyahu se enfrenta a una presión sin precedentes en varios frentes internos: los prisioneros israelíes retenidos por facciones de la resistencia, la necesidad de lograr objetivos de guerra declarados en Gaza, el “desplazamiento” de cientos de miles de colonos israelíes en el norte, el motín dentro de su gabinete de guerra y el catastrófico daño económico resultante de la guerra.

Como resultado, la seguridad israelí, con el apoyo del Gabinete de Guerra, implementó una serie de políticas para abordar la realidad emergente en la frontera norte, basándose principalmente en los esfuerzos e intervenciones diplomáticas estadounidenses para devolver a los colonos y liberar a sus prisioneros, sin recurrir a medidas diplomáticas o acciones militares que probablemente no garanticen resultados ideales.

La presión de los colonos desplazados del norte, junto con la creciente conciencia de que Hezbollah ha impuesto un amortiguador de seguridad física y geográfica dentro de Israel, influyó en la decisión del ejército de ocultar sus enormes pérdidas militares, tanto humanas como materiales. Tel Aviv no divulga estos datos al público para evitar desafíos que podrían conducir a una expansión y una escalada incontrolable de la guerra.

‘Lo que hacemos en Gaza podemos hacerlo en Beirut’

A cambio de ocultar sus pérdidas, el ejército ocupante busca proyectar una imagen de fuerza lanzando ataques aéreos profundos en Líbano. Estas medidas pretenden disuadir a Hezbollah, así como las amenazas formuladas por altos dirigentes israelíes, como el Jefe de Estado Mayor y Ministro de Defensa, Yoav Gallant, que proclamó en noviembre: “Lo que hacemos en Gaza, también podemos hacerlo en Beirut.

Habiendo ya establecido una “tasa de mortalidad” en esta guerra, Hezbollah podría intentar establecer una nueva “tasa cualitativa” en su lucha contra Israel. Eso implica que Hezbollah seleccione cuidadosamente objetivos como cuarteles y centros de mando israelíes –en lugar de limitarse a seguir los “ataques profundos” de Israel en el Líbano– para disuadir al enemigo y lograr sus objetivos.

Para contrarrestar el enfoque profundo de Israel, Hezbollah reformuló la ecuación: priorizó “objetivos israelíes cualitativos” en lugar de la simple distancia geográfica. Este cambio estratégico se observó el día después del ataque israelí a los suburbios del sur de Beirut destinado a asesinar a Saleh Al Aruri, el dirigente de Hamás.

En respuesta, la resistencia libanesa atacó un sitio importante y sensible cerca de la frontera –la base de vigilancia aérea multimisión de Meron–, asestando un duro golpe a su funcionamiento.

Las maniobras estratégicas de Hezbollah han colocado a Tel Aviv en una situación difícil. Las tácticas en evolución de la resistencia están perturbando las operaciones del ejército ocupante, sembrando confusión y amenazando con intensificar los ataques contra objetivos de alta calidad si la guerra se expande.

Los ataques contra instalaciones específicas –como las andanadas de más de 100 cohetes contra sitios estratégicos en los Altos del Golán a cambio de un ataque israelí contra Baalbeck a principios de este mes– tienen profundas implicaciones para la seguridad de Israel.

Las represalias deliberadas y rápidas de Hezbollah subrayan su voluntad de enfrentar cualquier incursión en territorios sensibles, reescribir las reglas de enfrentamiento a voluntad y mantener el delicado equilibrio de poder a lo largo de la frontera.

¿Por qué abrió Hezbollah un segundo frente en el sur de Líbano?

Cuando Hezbollah abrió un frente, sus objetivos estratégicos eran dos: fortalecer la resistencia en Gaza y sembrar confusión dentro del ejército israelí en el norte. Esto requirió importantes movimientos de tropas, el despliegue de sistemas de defensa aérea y una mayor preparación de la fuerza aérea, ya que Israel anticipó una posible escalada, particularmente en las primeras etapas de la guerra.

Además de este objetivo principal, el secretario general de Hezbollah, Hassan Nasrallah, destacó otro punto crítico: el comportamiento de Israel en Líbano. Existía la preocupación de que Tel Aviv pudiera lanzar o manipular el frente para alinearse con sus propios objetivos, posiblemente como un “elemento disuasorio”.

Los objetivos generales de la estrategia de Hezbollah incluían apoyar a la resistencia en Palestina, sincronizar las operaciones con la dinámica de la guerra en Gaza, fortalecer la disuasión contra la agresión israelí y prevenir ataques a gran escala. Además, Hezbollah pretendía enviar mensajes claros a través de acciones en el campo de batalla, mostrando las capacidades de inteligencia de la resistencia y la versatilidad de sus objetivos.

La estrategia apunta a evitar que la guerra se expanda para servir a los intereses estratégicos de Israel, al tiempo que inflige un desgaste constante a las fuerzas enemigas estacionadas en el norte.

En última instancia, el enfoque de Hezbollah resultó en pérdidas y costos significativos para el enemigo, aunque menores que los que se producirían en una guerra a gran escala. Como resultado, el ejército israelí se encuentra atrapado en un frente hábilmente administrado por Hezbollah, donde los cálculos se basan en pérdidas reales en lugar de cifras publicadas o propaganda interna.

Aparte de su notable “tasa de muertes”, Hezbollah ha aumentado los riesgos para Tel Aviv, que ahora debe calcular sus pérdidas cada vez que ataca más profundamente el territorio libanés. La equivocada estrategia de profundidad de Israel ha creado ahora una “proporción de calidad” para Hezbollah.

Jalil Nasrallah https://thecradle.co/articles/hiding-the-ratio-israel-conceals-200-troop-deaths-on-lebanon-front